La Reina: —Terminó ya la asamblea, y todos mis servidores se han ido. Con la calor desvarío, y me llega el mal humor, Deja que yo te siga, regando con mi sudor. La señora Scarsworth había retrocedido hacia la puerta cerrada y estaba haciendo gestos contenidos con la boca. -Un sobrino -dijo Helen-. Usted… usted sabe lo de esas tumbas mías que le estaba hablando abajo, ¿no? -¿No me irás a decir que te has seguido creyendo aquella vieja historia todo este tiempo? ¿Así es como se lo toma usted? -¿Por qué se lo has dicho? Esta noche tengo que ponerlos en orden. Qué papel de pared tan extraordinario tienen en Bélgica, ¿no le parece? ¿Tiene ya habitación en el hotel de aquí? -¿De verdad? -exclamó-. -¡Ja! Cancelar la respuesta. No le interesaba para nada ninguna de las consecuencias de la guerra, ni nacionales ni personales; sin embargo, sintiéndose inmensamente distante, participó en varios comités de socorro y expresó opiniones muy firmes -porque podía escucharse mientras hablaba- acerca del lugar del monumento a los caídos del pueblo que éste proyectaba construir. Yo sólo puedo decirle que he aspirado el perfume de la flor que en su verso me dejó. que florido poema y sin pasa na, muchas gracias mi amigo de buena tinta se que tu tambien sabes hacerlo jajaja pues si mi amigo pero con una diferencia,hoy mismo aqui en sevilla a 38º por razones de mi trabajo tube que regar entre otras cosas, y llege a vivirlo,pense que las plantas solo tenian que esperar a que yo las ragara,y tomar sol,mientras yo me asfixiaba, jaja, Autor: francisco Rodríguez González (sabianya) (Seudónimo) (Offline) Publicado: 10 de mayo de 2012 a las 16:55 Comentario del autor sobre el poema: ESTE POEMA ESTA DEDICADO A TODOS LOS JARDINEROS,QUE GRACIAS A ELLOS,LUCEN TAN BELLOS JARDINES. Cuando cumplió los diez años, tras dos cursos en una escuela privada, algo o alguien le sugirió la idea de que su situación familiar no era normal. Un mes después, y cuando Michael acababa de escribir a Helen que no pasaba nada especial y por lo tanto no había que preocuparse, un pedazo de metralla que cayó en una mañana de lluvia lo mató instantáneamente. Helen subió unos escalones hechos de tierra batida con superficie de madera y se encontró de golpe frente a miles de tumbas. Ayer dijo que lo habían matado en Hooge. -Sí, gracias -dijo Helen, y mostró la fila y el número escritos en la máquina de escribir portátil del propio Michael. -No es lo mismo -como dijo la mujer del pastor protestante- que si lo hubieran matado en Mesopotamia, o incluso en Gallípoli. amigo me encanto lo que escribiste,yo como florecita sé como se ponen los jardineros cuando andan de mal humor,no obstante creo que si me cuidan con cariño,te mando unfuerte abrazo musical,que ya es viernes de pachanga. De verdad que son encargos. Es un placer amigo Sabianya saber que el arte de escribir poemas se pega en la vida, me gusta tu estilo que se asemeja mucho al mio. Y cuando ya tengo suficientes encargos de una zona para que merezca la pena, doy el salto y vengo. En Francia, el batallón volvió a tener suerte. -preguntó Helen en voz baja. En lugar de entradas había pasos por encima de una zanja honda que circundaba el muro limítrofe sin acabar. Cuando no estoy mintiendo, tengo que estar fingiendo, y siempre tengo que inventarme algo, siempre. El batallón de Michael tuvo buena suerte porque, por una casualidad que supuso varios «permisos», fue destinado a la defensa costera en trincheras bajas de la costa de Norfolk; de ahí lo enviaron al norte a vigilar un estuario escocés, y por último lo retuvieron varias semanas con rumores infundados de un servicio en algún lugar apartado. Los fragmentos que he seleccionado corresponden a la edición de El jardinero publicada por la editorial Poesía … Un jefe de unidad avisado averiguó que el batallón estaba bien entrenado en la forma de proteger sus flancos y de atrincherarse, y se lo robó a la División a la que pertenecía, so pretexto de ayudar a poner líneas telegráficas, y lo utilizó en general en la zona de Ypres. sacar de las plantas sus mas bellas flores. Se daba cuenta por la facilidad con la que podía pronunciar el nombre de Michael en una conversación e inclinar la cabeza en el ángulo apropiado, cuando los demás pronunciaban el murmullo apropiado de condolencia. Autor: Poethas (Offline) Publicado: 21 de julio de 2012 a las 02:03 Comentario del autor sobre el poema: Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944), fueron dos importantes comediógrafos españoles que en poco tiempo se volvieron sumamente populares e incluso atravesaron las fronteras nacionales. -Quizá sea mejor -respondió ésta-. ¡Y cuando me haya muerto te haré todavía más daño! Helen se lo agradeció, pero cuando llegaron al hotel, la señora Scarsworth (ya se habían comunicado sus nombres) insistió en cenar a la misma mesa que ella, y después de la cena, en un saloncito horroroso lleno de parientes que hablaban en voz baja, le contó a Helen sus «encargos», con las biografías de los muertos, cuando las sabía, y descripciones de sus parientes más cercanos. me enorgullece el corazon Tengo que contárselo a alguien. Para mí era todo lo que no tenía que haber sido… lo único verdadero… lo único importante que me había pasado en la vida, y tenía que hacer como que no era nada. Casa digital del escritor Luis López Nieves, Suscríbete a NotiCuento Bueno, no quiero preocuparla más. El proyectil siguiente hizo saltar lo que hasta entonces habían sido los cimientos de la pared de un establo, y sepultó el cadáver con tal precisión que nadie salvo un experto hubiera podido decir que había pasado algo desagradable. -Seis años y cuatro meses antes y dos y tres cuartos después. Cuando por fin comprendió que aquello era que se estaba empezando a consolar, el armisticio con todos sus repiques de campanas le pasó por encima y no se enteró. El poeta, en el último poema de El jardinero nos hace una pregunta y nos deja un regalo. Y al notar el jardinero que faltaba en el rosal, cantaba así, plañidero, receloso de su mal: —Rosa la más delicada Varios amigos también le contaron historias completamente verdaderas, pero siempre de otras mujeres a las que al cabo de meses y meses de silencio, les habían devuelto sus desaparecidos. Todos esos detalles eran del dominio público, pues Helen era de carácter muy abierto y mantenía que lo único que se lograba con silenciar un escándalo era darle mayores proporciones. ¿Por qué? Como vengo tantas veces, he visto que les resulta de mucho alivio que venga alguien para ver… el sitio y contárselo después. Información del poema. Supongo que ya debe de bastar con la sensación de pérdida. -Esto pasa muy a menudo -dijo la mujer del oficial, aflojando el corsé de la desmayada-. Para que el mundo se llene, con tu fragancia de Amor. ¡Te haré daño toda mi vida! A los seis años quiso saber por qué no podía llamarle «mamá», igual que hacían todos los niños con sus madres. La agonía de que la despertaran a una especie de segunda vida llevó a Helen a cruzar el Canal de la Mancha, donde, en un nuevo mundo de títulos abreviados, se enteró de que a Hagenzeele-Tres se podía llegar cómodamente en un tren de la tarde que enlazaba con el transbordador de la mañana, y de que había un hotelito agradable a menos de tres kilómetros del propio Hagenzeele, donde se podía pasar una noche con toda comodidad y ver a la mañana siguiente la tumba del caído. Mi sistema es agruparlas y ordenarlas, ¿sabe? y no pasa na, Este poema da fé, de tu sensibilidad hacia las cosas y las personas... Está justo al sur de Hagenzeele-Tres. Desde entonces he venido a verle ocho veces. En el poema 6 de El Jardinero se narra la historia de dos aves que desean estar juntas, cada una en su espacio, sin animarse a cambiar, a dejar atrás aquello que las limita sin entenderlo, a avanzar, y que, a … Pero ahora ya han puesto cuartos de baño en el antiguo Lion d’Or, el hotel que está al oeste de la Fábrica de Azúcar, y por suerte también se lleva una buena parte de la clientela. Yo no he perdido a nadie, gracias a Dios, pero me pasa como a tantos, que tienen muchos amigos que sí. -No caerá esa breva. Me encargan muchas cosas que hacer -rió nerviosa y se dio un golpe en la Kodak que llevaba en bandolera-. Para empezar, Guillermo el Conquistador y… bueno, montones más, y a todos les fue estupendo. -Pero ¿por qué me lo cuenta a mí? Abrazos, pues se Nuria, -Gracias a Dios yo me moriré mucho antes que tú, cariño. ¿Qué cree usted? Pero él no se merece eso. ¿Me comprende? Lo primero fue que el pastor bautizara al niño con el nombre de Michael. Atacó a Helen con el tema, y derribó sus defensas titubeantes con la franqueza de la familia. Helen dio un respingo y fue hacia la puerta, pero los llantos de «¡mamá, mamá!» le hicieron volver y los dos lloraron juntos. Por lo menos algunas -paseó la vista por la habitación-. pues ojala te acuerdes de regar a tu amiguita aqui en el portal,te invito a que leas algo que publicó hoy mi hijo,se llama Rodolfo Portillo,apenas tienes 11 años,ojala lo viisites,un abrazo amigo. Pagó su cuenta junto a una inglesa robusta de facciones vulgares que, al oír que preguntaba el horario del tren a Hagenzeele, se ofreció a acompañarla. La boca la tenía algo mejor trazada que el tipo familiar. Se me olvidaba preguntarle. En su momento, cuando todas las organizaciones contestaron diciendo que lamentaban profunda o sinceramente no poder hallar, etc., algo en su fuero interno cedió y todos sus sentimientos -salvo el de agradecimiento por esta liberación- acabaron en una bendita pasividad. Todos los del pueblo sabían, también, que George Turrell había dado muchos disgustos a su familia desde su adolescencia, y a nadie le sorprendió enterarse de que, tras recibir múltiples oportunidades y desperdiciarlas todas, George, inspector de la policía de la India, se había enredado con la hija de un suboficial retirado y había muerto al caerse de un caballo unas semanas antes de que naciera su hijo. Y además se les pueden llevar fotos. que se sobrepuso a su malestar para disfrutar y contribuir a que lo que le rodea sea cada dia más bello. Tiene que ser así, porque si no no se lo pedirían a una, ¿no? -¡No digas esas cosas! Adelante hay que propagarlo. Michael había muerto, y su propio mundo se había detenido, y ella se había parado con él. -¡Calla engreída flor!, hoy hace un calor de perros. para mi Hay muchos niños que se mueren de pequeños, y eso es lo que voy a hacer yo. Un gran abrazo sonriente. Pero es que hay una… y para mí era lo más importante del mundo. Cuando la jefa de correos entregó a su hija de siete años el telegrama oficial que debía llevar a la señorita Turrell, observó al jardinero del pastor protestante: -Le ha tocado a la señorita Helen, esta vez. Por eso hago los encargos, ¿entiende? Ella se lo devolvía con todo el afecto del que era capaz, con sus consejos y con su dinero, y como Michael no era ningún tonto, la guerra se lo llevó justo antes de lo que prometía ser una brillante carrera. -Bueno, yo no… No he querido pensar mucho en ese tipo de cosas -dijo Helen casi levantando las manos para rechazar a la mujer. muchas gracias por el cumplido Al decir lo cual cayó sobre el pecho de Helen, pero rápidamente salió la mujer del oficial de un cuartito que había detrás de la oficina y entre los tres, llevaron a la mujer a la cama turca. Para que el mundo se llene, con tu fragancia de Amor. Y, claro, no debería haberlo sido. HERMOSO POEMA AMIGO QUE BELLA FORMA DE ESCRIBIR ME HA GUSTADO MUCHO LEERTE GRACIAS POR COMPARTIR, garacia a ti mi amigo Pero, el mismo día en que Michael iba a pasar con Helen cuatro horas enteras en una encrucijada ferroviaria más al norte, lanzaron al batallón al combate a raíz de la matanza de Loos y no tuvo tiempo más que para enviarle un telegrama de despedida. Helen hizo, escribió y firmó todo lo que le sugirieron o le pusieron delante de los ojos. Allí pudo ver letras bien grabadas al final de las filas y al consultar su papelito vio que no era allí donde tenía que buscar. De manera que ahora Helen se vio empujada a otro proceso de la transformación: a un mundo lleno de parientes contentos o destrozados, seguros ya de que existía un altar en la tierra en el que podían consagrar su cariño. ¡No puedo, de verdad! A ti no te importa que yo sea… eso, ¿verdad? No por mí. La gente no hubiera dicho lo que dijo si mis padres se hubieran casado. Emma dice que nunca se sabe -Michael había estado hablando con la anciana y fea criada de Helen-. El cementerio todavía no estaba terminado, y se hallaba a casi dos metros de altura sobre el camino que lo bordeaba a lo largo de centenares de metros. Le aseguro que alivia mucho a la gente. ¡Ah! Lo es. -Bueno, pero cuando la verdad es algo feo no me parece bien. ¿Está usted segura de que sabe el número de su tumba? Aquí mismo llevo por lo menos 10 ó 15 encargos -y volvió a golpear la Kodak-. -Perdone mi bella flor, por todo el atrevimiento. Pero lo era. Una tumba se me dio, una guardia hasta el Día del Juicio; y Dios miró desde el cielo y la losa me quitó. -preguntó Helen desesperada. Mañana será la novena y… y no puedo… no puedo volver a verle sin que nadie en el mundo lo sepa. Por eso. -No, y además -y Helen sintió que se ponía tenso-, además, ahora que lo has dicho ya no te voy a llamar «mamá» nunca, ni siquiera al acostarme. Muy buena lectura, cuántas bellas flores que sólo son bellas mientras tantos jardineros yugamos (nos reventamos trabajando) para que todas estas "florcitas" puedan ser bellas. -dijo Helen (Emma, la criada, había muerto hacía años)-. un saludo, Muy bueno Saby, con gentil gracia la flor le quito el malhumor al jardinero. Thanlle Entonces le había asombrado que no dejaran de manosear en un solo momento aquel objeto horrible, y ahora, al preparar sus documentos, pensaba: «Me están transformando en una afligida pariente». un abrazo. Pero Helen, que no quería reconocer nada por el lado de la madre, juraba que era un Turrell perfecto, y como no había nadie que se lo discutiera, la cuestión del parecido quedó zanjada para siempre. Pero nuestro coronel, que es del ejército regular, dice que va a ir para largo. Helen la soportó hasta casi las nueve y media, antes de huir a su habitación. -Más que nadie en el mundo. Por eso… por eso… tenía que decírselo a usted. Información del poema. El hombre levantó la vista y la miró con una compasión infinita antes de volverse de la hierba recién sembrada hacia las cruces negras y desnudas. Pero no a Hagenzeele-Tres; el mío está en la Fábrica de Azúcar, pero ahora lo llaman La Rosiére. -Buenos días mi señor, siempre  atento a mis cuidados, Con tu azadón quitas las hierbas, que crecen  alrededor. gracias segunda Alegandra,`por tus palabras tan agradables A veces está lleno y otras veces casi no hay un alma. -Claro que sí. eso solo lo hace dios y tu dinero-jar . muchas gracias amiga,un placer su visita,me alegra que le guste Está usted harta de mí, pero quiero contarle una cosa. buen fin de semana de pachanga. Es usted todo un caballero, digno de admiración. Y  vienes por tu salario, que yo confundí con amor. -Yo soy nueva aquí. Recibe gratis un cuento clásico semanal. un abrazo, hermoso un dialogo que da una flor a su jardinero que le cuida un abrazo amigo, muchas gracias mi amigo,es un placer,perdon pero hoy por razones de tiempo no pude comentar poemas Un gran abrazo, gracias Winda un placer que me llena,perdon que hoy no pudiera comentar yo por razones de tiempo Nada indicaba hasta entonces, decía la propia Helen, que ella fuera muy aficionada a los niños, pero pese a todos los defectos de George siempre lo había querido mucho, y señalaba que Michael tenía exactamente la misma boca que George, lo cual ya era un buen punto de partida. ¡Entonces verás! Helen se adelantó, le tomó las manos, inclinó la cabeza ante ellas y murmuró: La señora Scarsworth dio un paso atrás, pálida. Y éstos pronto le explicaron, y le aclararon con horarios transparentes, lo fácil que era y lo poco que perturbaría su vida el ir a ver la tumba de su propio pariente. Ya sabes lo que dice K. -Sí, pero el lunes pasado me dijo mi banquero que era imposible que durase hasta después de Navidad. Lo único que veía era un mar implacable de cruces negras, en cuyos frontis había tiritas de estaño grabado que formaban ángulos de todo tipo, No podía distinguir ningún tipo de orden ni de colocación en aquella masa; nada más que una maleza hasta la cintura, como de hierbas golpeadas por la muerte, que se abalanzaban hacia ella. Por fortuna, los padres de George ya habían muerto, y aunque Helen, que tenía treinta y cinco años y poseía medios propios, se podía haber lavado las manos de todo aquel lamentable asunto, se comportó noblemente y aceptó la responsabilidad de hacerse cargo, pese a que ella misma, en aquella época, estaba delicada de los pulmones, por lo que había tenido que irse a pasar una temporada al sur de Francia. Los cursos en su internado y las maravillosas vacaciones de Navidades, Semana Santa y verano se sucedieron como una sarta de joyas variadas y preciosas, y como tales joyas las atesoraba Helen. Con el tiempo, Michael fue creándose sus propios intereses, que fueron apareciendo y desapareciendo sucesivamente, pero su interés por Helen era constante y cada vez mayor. Reconocía que George siempre había sido una oveja negra, pero las cosas hubieran podido ir mucho peor si la madre hubiera insistido en su derecho a quedarse con el niño. * Sobre la traducción: Eso es lo más importante. Usted… usted no está casada, ¿verdad? un abrazo, Prefiero mil veces al jardinero que a la flor. me gustó mucho. ¿Por qué vienes tan tarde? No tenía el número de su chapa de identidad ni sabía cuál de sus dos nombres de pila podía haber utilizado como alias, pero a ella le habían dado en la Agencia Cook un billete de turista que caducaba al final de Semana Santa y, si no encontraba a su hijo antes, podía volverse loca. http://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-172818, muchas gracias por visitarme para mi un placer que le guste Gracias a sus atenciones, ahora me siento mejor. He leído muchas cosas de gente como yo en la historia de Inglaterra y en las cosas de Shakespeare. Sí, juro que son encargos. -¡Claro! -Claro. Saludos, Una bella fábula con una gran moraleja de fondo... Todo un placer querido poeta, tus poemas me parecen geniales. Es la primera vez que vengo. -Bueno, pues ya no volvemos a hablar del asunto si te hace llorar. -Ojalá tenga razón. entonces gracias a usted me acrde de hacer un poema asi Su dirección de correo no va a estar publicada. Qué suerte encontrar asientos junto a las ventanillas, ¿verdad? -Sí, gracias -dijo Helen, y salió corriendo antes de que la mujer de la cama turca empezara a sollozar de nuevo. Se llevó las manos juntas casi a la altura de la boca y luego las bajó de repente, todavía juntas, lo más abajo posible, por debajo de la cintura. Para colmo la manguera pesa más que un quintal. Por motivos financieros. -¡Vamos, guapo, no digas esas cosas! A veces me pregunto si sienten algo después de la muerte. Y nunca lo volvió a mencionar por su propia voluntad, pero dos años después, cuando contrajo las anginas durante las vacaciones, y le subió la temperatura hasta los 40 grados, no habló de otra cosa hasta que la voz de Helen logró traspasar el delirio, con la seguridad de que nada en el mundo podía hacer que cambiaran las cosas entre ellos. El té que se tomó en una estructura de madera a rayas malvas y azules, llena hasta los topes y con una fachada falsa, le hizo sentirse todavía más sumida en una pesadilla. En el pueblo todos sabían que Helen Turrell cumplía sus obligaciones con todo el mundo, y con nadie de forma más perfecta que con el pobre hijo de su único hermano. Reproducimos un poema del libro “El jardinero”, publicado originalmente en 1913 y editado en español por Losada en Buenos Aires (Argentina) en 1943 (y reeditado numerosas veces), con traducción de Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez. De hecho, lo que Michael reproducía con más fidelidad era la frente, amplia, despejada y bonita de los Turrell. Leer más sobre: Marisa Alonso Santamaria (322) poemas clásicos (66) Por favor, déjenos un comentario. un cordial saludo. ¿Me entiende? Es un placer leerte. Te he dado mi palabra de honor, y la repito, de que… que… no pasa nada. Al cabo de un año más había superado todo su aborrecimiento físico a los jóvenes vivos que regresaban, de forma que ya podía darles la mano y desearles todo género de venturas casi con sinceridad. abrazos, estupenda fábula con una gran enseñanza amigo, muy buena tu incursión en ese estilo, sigue adelante me ha gustado mucho, bravo por el jardinero!! Feliz y fresco día. -Sí… sí…, ya lo sé -comenzó-. Harta de mentir… siempre mentiras… año tras año. un beso para ti, gracias Alejandra tu siempre tan atenta con tus comentarios, un abrazo, Me encantó el diálogo entre la flor y el jardinero, me gustó tu poema -¡No me importa! El oficial hubiera podido comprobarlo en uno de sus múltiples libros, pero se interpuso entre ellos una mujerona de Lancashire pidiéndole que le dijera dónde estaba su hijo, que había sido cabo del Cuerpo de Transmisiones. gracias Muy lejos de ella había una línea blanca. Deja que yo te siga, regando con mi sudor Ya tengo dos o tres que ver en la Fábrica de Azúcar, y muchos más en los cementerios de la zona. Helen no supo qué decir y la otra mujer se marchó, pero Helen tardó mucho tiempo en dormirse. Su comentario. Él se levantó al verla y, ... Recibe gratis un poema clásico semanal por correo electrónico. No puedo aguantar más. -Bah, a mí no me preocupa eso. Pero lo quería mucho. Al cabo de un rato, Helen se encontró bajando las persianas de la casa una tras otra y diciéndole a cada ventana: -Cuando dicen que ha desaparecido significa siempre que ha muerto. Pagó el viaje del niño y una niñera desde Bombay, los fue a buscar a Marsella, cuidó al niño cuando tuvo un ataque de disentería infantil por culpa de un descuido de la niñera, a la cual tuvo que despedir y, por último, delgada y cansada, pero triunfante, se llevó al niño a fines de otoño, plenamente restablecido a su casa de Hampshire. El jardinero Rabindranath Tagore 1 El servidor: —¡Oh, Reina, ten piedad de tu servidor! me gusta que te guste Yo ya he venido nueve veces desde el Armisticio. Dime qué trabajo ordenas al último de tus servidores. Te lo aseguro. Vio que a lo lejos el hombre se inclinaba sobre sus plantas nuevas y se fue convencida de que era el jardinero. No sabes lo que…. -Porque lo mejor es decir siempre la verdad -respondió Helen, que lo tenía abrazado mientras él pataleaba en la cuna. A Helen le había estremecido la idea de que se alistara directamente. Ahora ella estaba inmóvil y el mundo seguía adelante, pero no le importaba: no le afectaba en ningún sentido. Michael guardó fielmente el secreto, pero Helen, como de costumbre, se lo contó a sus amigos, y cuando Michael se enteró se puso furioso. Por suerte parecía que la gente de esa clase estaba dispuesta a hacer casi cualquier cosa por dinero, y como George siempre había recurrido a ella cuando tenía problemas, Helen se sentía justificada -y sus amigos estaban de acuerdo con ella- al cortar todos los lazos con la familia del suboficial y dar al niño todas las ventajas posibles. -A propósito -dijo la autoridad-, usted sabe dónde está su tumba, evidentemente. Es un placer leerte , versos con frescura y fragancia.Un abrazo. Junto a una línea de losas había arrodillado un hombre, evidentemente un jardinero, porque estaba afirmando un esqueje en la tierra blanda. Usted no sabe lo que es eso. No tendría que representar nada para mí. A la mañana siguiente la señora Scarsworth se marchó muy de mañana a hacer su ronda de encargos y Helen se fue sola a pie a Hagenzeele-Tres. -Dentro de un minuto -dijo-. -Venga conmigo -dijo-, y le enseñaré dónde está su hijo. Para que el mundo se llene, con tu fragancia de Amor. Siempre he sido una mentirosa, hasta de pequeña. Cuando Helen se marchó del cementerio se volvió a echar una última mirada. El Jardinero es un poemario elaborado por Rabindranath Tagore que trata temáticas relacionadas con la vida de las personas y es lo que los convierte en verdaderas obras de arte. jardinero que por dinero hace jar. Después ocupó su lugar en la lúgubre procesión que había de pasar por una serie de emociones estériles. Quiero decirle la verdad a alguien antes de ir. Lo destacaron cerca del Saliente, donde llevó una vida meritoria y sin complicaciones, mientras se preparaba la batalla del Somme, y disfrutó de la paz de los sectores de Armentieres y de Laventie cuando empezó aquella batalla. -No se enoje caballero, y  ajústese bien el sombrero, Pues  sólo quería agradecer, los cuidados y la atención. Nunca me ha preocupado -replicó Michael indiferente-. El servidor: —Mi hora llega cuando la de los demás ha pasado. ¿Es que tienes miedo de que acabe demasiado pronto? -Pero es la costumbre de la familia -había reído Michael. A lo que me refería era a que de haberme alistado ya habría entrado en faena… Igual que mi abuelo. -¡Dios mío! Supongo -respondió Helen, temblando al entrar en el trenecillo. Todo esto se lo comunicó una autoridad central que vivía en una chabola de tablas y cartón en las afueras de una ciudad destruida, llena de polvareda de cal y de papeles agitados por el viento. Aplausos para el jardinero que creó estas versos hecho flor. Casi inmediatamente después sonó una llamada a la puerta y entró la señora Scarsworth, con la horrorosa lista en las manos. Todo el día  estás plantada, sólo quieres alardear. desde España un saludo a la bella Argentina Otras personas le aconsejaron que se pusiera en contacto con secretarios infalibles de organizaciones que podían comunicarse con neutrales benévolos y podían extraer información incluso de los comandantes más reservados de los hunos. -Pero ¿no te parece una crueldad? Recibe gratis un poema clásico semanal por correo electrónico. Resultó ser un bloque de 200 ó 300 tumbas que ya tenían su losa definitiva, en torno a las cuales se habían plantado flores, y cuya hierba recién sembrada estaba muy verde. Responder con cariño cuando rezongamos alivia nuestro malhumor. jajaja muchas gracias mi amiga yolanda,al final los jardineros no somos tan malos. Para entonces el pueblo ya tenía mucha experiencia de la guerra y, en plan típicamente inglés, había ido elaborando un ritual para adaptarse a ella. Perdone mi bella flor, por todo el atrevimiento, A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente de su tallo separó. Bueno, entonces quizá no… Pero no importa. ¿Tú  crees que yo vendría, si no fuera por el jornal? no hay quien se resista a tal belleza No importo yo. Le explicó que no era más que su tía, y que las tías no eran lo mismo que las mamás, pero que si quería podía llamarle «mamá» al irse a la cama, como nombre cariñoso y secreto entre ellos dos. No sabía que en Hagenzeele-Tres ya había 21,000 muertos. -Yo también voy a Hagenzeele -explicó-. Después le llegó, como pariente más próxima, una comunicación oficial -que respaldaban una carta dirigida a ella en tinta indeleble, una chapa de identidad plateada y un reloj- en la que se le notificaba que se había encontrado el cadáver del teniente Michael Turrell y que, tras ser identificado, se le había vuelto a enterrar en el Tercer Cementerio Militar de Hagenzeele, con indicación de la letra de la fila y el número de la tumba. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él. Helen fue hacia él, con el papelito en la mano. un fuerte abrazo. No puedo aguantar más. Y él replicó, pensando en su propio hijo: La niña llegó a la puerta principal toda llorosa, porque el señorito Michael siempre le daba caramelos. Pero no te preocupes, tía. -Porque estoy tan harta de mentir. Junto a una línea de losas había arrodillado un hombre, evidentemente un jardinero, porque estaba afirmando un esqueje en la tierra blanda. Entré a leer por el título y no me equivoqué. -preguntó al final de la rabieta. ¿Quién era el suyo? Acá hay uno mío que también tiene que ver con un jardín, el que quiera comentar Helen fue hacia él, con el papelito en la mano. En unos años Michael pasó a formar parte del pueblo, tan aceptado por todos como siempre lo había sido Helen: intrépido, filosófico y bastante guapo. -Estupendo. En octubre tenía que haber ido a Oxford con una beca. ¡No me importa! En realidad se llamaba Anderson, pero como era de una familia respetable se había alistado, naturalmente, con el nombre de Smith, y había muerto en Dickiebush, a principios de 1915. Siguió adelante, hacia su izquierda, después a la derecha, desesperada, preguntándose cómo podría orientarse hacia la suya. Un día en todos los años, una hora de ese día, su Ángel vio mis lágrimas, ¡y la losa se llevó! Me has hecho daño y ahora te lo quiero hacer yo. Una vez, en uno de sus permisos, Michael la había llevado a una fábrica de municiones, donde vio cómo iba pasando una granada por todas las fases, desde el cartucho vacío hasta el producto acabado.

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