Ahora ella estaba inmóvil y el mundo seguía adelante, pero no le importaba: no le afectaba en ningún sentido. Supongo -respondió Helen, temblando al entrar en el trenecillo. Siguió adelante, hacia su izquierda, después a la derecha, desesperada, preguntándose cómo podría orientarse hacia la suya. Cuando por fin comprendió que aquello era que se estaba empezando a consolar, el armisticio con todos sus repiques de campanas le pasó por encima y no se enteró. -Seis años y cuatro meses antes y dos y tres cuartos después. Es la primera vez que vengo. Autor: Poethas (Offline) Publicado: 21 de julio de 2012 a las 02:03 Comentario del autor sobre el poema: Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944), fueron dos importantes comediógrafos españoles que en poco tiempo se volvieron sumamente populares e incluso atravesaron las fronteras nacionales. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él. Por eso. Le aseguro que alivia mucho a la gente. -¡No me importa! ¿Es que tienes miedo de que acabe demasiado pronto? un abrazo. muchas gracias por el cumplido ¿Me comprende? Adelante hay que propagarlo. Su comentario. Le explicó que no era más que su tía, y que las tías no eran lo mismo que las mamás, pero que si quería podía llamarle «mamá» al irse a la cama, como nombre cariñoso y secreto entre ellos dos. Los fragmentos que he seleccionado corresponden a la edición de El jardinero publicada por la editorial Poesía … * Sobre la traducción: De verdad que son encargos. -Esto pasa muy a menudo -dijo la mujer del oficial, aflojando el corsé de la desmayada-. Un jefe de unidad avisado averiguó que el batallón estaba bien entrenado en la forma de proteger sus flancos y de atrincherarse, y se lo robó a la División a la que pertenecía, so pretexto de ayudar a poner líneas telegráficas, y lo utilizó en general en la zona de Ypres. En el pueblo todos sabían que Helen Turrell cumplía sus obligaciones con todo el mundo, y con nadie de forma más perfecta que con el pobre hijo de su único hermano. Está usted harta de mí, pero quiero contarle una cosa. No puedo aguantar más. No le interesaba para nada ninguna de las consecuencias de la guerra, ni nacionales ni personales; sin embargo, sintiéndose inmensamente distante, participó en varios comités de socorro y expresó opiniones muy firmes -porque podía escucharse mientras hablaba- acerca del lugar del monumento a los caídos del pueblo que éste proyectaba construir. Después ocupó su lugar en la lúgubre procesión que había de pasar por una serie de emociones estériles. Tenía que pensar cada palabra que decía y pensar todas las mentiras que iba a inventar a la próxima ocasión ¡y esto años y años! El té que se tomó en una estructura de madera a rayas malvas y azules, llena hasta los topes y con una fachada falsa, le hizo sentirse todavía más sumida en una pesadilla. Es usted todo un caballero, digno de admiración. Pero es que hay una… y para mí era lo más importante del mundo. A la mañana siguiente la señora Scarsworth se marchó muy de mañana a hacer su ronda de encargos y Helen se fue sola a pie a Hagenzeele-Tres. Y él replicó, pensando en su propio hijo: La niña llegó a la puerta principal toda llorosa, porque el señorito Michael siempre le daba caramelos. Vio que a lo lejos el hombre se inclinaba sobre sus plantas nuevas y se fue convencida de que era el jardinero. Junto a una línea de losas había arrodillado un hombre, evidentemente un jardinero, porque estaba afirmando un esqueje en la tierra blanda. Varios amigos también le contaron historias completamente verdaderas, pero siempre de otras mujeres a las que al cabo de meses y meses de silencio, les habían devuelto sus desaparecidos. No por mí. un abrazo. Michael guardó fielmente el secreto, pero Helen, como de costumbre, se lo contó a sus amigos, y cuando Michael se enteró se puso furioso. El cementerio todavía no estaba terminado, y se hallaba a casi dos metros de altura sobre el camino que lo bordeaba a lo largo de centenares de metros. Lo único que veía era un mar implacable de cruces negras, en cuyos frontis había tiritas de estaño grabado que formaban ángulos de todo tipo, No podía distinguir ningún tipo de orden ni de colocación en aquella masa; nada más que una maleza hasta la cintura, como de hierbas golpeadas por la muerte, que se abalanzaban hacia ella. A veces está lleno y otras veces casi no hay un alma. Cuando no estoy mintiendo, tengo que estar fingiendo, y siempre tengo que inventarme algo, siempre. -No, y además -y Helen sintió que se ponía tenso-, además, ahora que lo has dicho ya no te voy a llamar «mamá» nunca, ni siquiera al acostarme. La señora Scarsworth había retrocedido hacia la puerta cerrada y estaba haciendo gestos contenidos con la boca. A lo que me refería era a que de haberme alistado ya habría entrado en faena… Igual que mi abuelo. Un día en todos los años, una hora de ese día, su Ángel vio mis lágrimas, ¡y la losa se llevó! ¡No puedo, de verdad! -¡Ja! Supongo que ya debe de bastar con la sensación de pérdida. No puedo aguantar más. que florido poema y sin pasa na, muchas gracias mi amigo de buena tinta se que tu tambien sabes hacerlo Todos los del pueblo sabían, también, que George Turrell había dado muchos disgustos a su familia desde su adolescencia, y a nadie le sorprendió enterarse de que, tras recibir múltiples oportunidades y desperdiciarlas todas, George, inspector de la policía de la India, se había enredado con la hija de un suboficial retirado y había muerto al caerse de un caballo unas semanas antes de que naciera su hijo. -¡No digas esas cosas! Con la calor desvarío, y me llega el mal humor, Helen dio un respingo y fue hacia la puerta, pero los llantos de «¡mamá, mamá!» le hicieron volver y los dos lloraron juntos. Con el tiempo, Michael fue creándose sus propios intereses, que fueron apareciendo y desapareciendo sucesivamente, pero su interés por Helen era constante y cada vez mayor. Después le llegó, como pariente más próxima, una comunicación oficial -que respaldaban una carta dirigida a ella en tinta indeleble, una chapa de identidad plateada y un reloj- en la que se le notificaba que se había encontrado el cadáver del teniente Michael Turrell y que, tras ser identificado, se le había vuelto a enterrar en el Tercer Cementerio Militar de Hagenzeele, con indicación de la letra de la fila y el número de la tumba. -preguntó al final de la rabieta. Ella se lo devolvía con todo el afecto del que era capaz, con sus consejos y con su dinero, y como Michael no era ningún tonto, la guerra se lo llevó justo antes de lo que prometía ser una brillante carrera. jardinero que por dinero hace jar. -Estupendo. Para colmo la manguera pesa más que un quintal. ¿Me entiende? Helen se lo agradeció, pero cuando llegaron al hotel, la señora Scarsworth (ya se habían comunicado sus nombres) insistió en cenar a la misma mesa que ella, y después de la cena, en un saloncito horroroso lleno de parientes que hablaban en voz baja, le contó a Helen sus «encargos», con las biografías de los muertos, cuando las sabía, y descripciones de sus parientes más cercanos. Responder con cariño cuando rezongamos alivia nuestro malhumor. En unos años Michael pasó a formar parte del pueblo, tan aceptado por todos como siempre lo había sido Helen: intrépido, filosófico y bastante guapo. -Sí… sí…, ya lo sé -comenzó-. Nada indicaba hasta entonces, decía la propia Helen, que ella fuera muy aficionada a los niños, pero pese a todos los defectos de George siempre lo había querido mucho, y señalaba que Michael tenía exactamente la misma boca que George, lo cual ya era un buen punto de partida. Él se levantó al verla y, ... Recibe gratis un poema clásico semanal por correo electrónico. Autor: francisco Rodríguez González (sabianya) (Seudónimo) (Offline) Publicado: 10 de mayo de 2012 a las 16:55 Comentario del autor sobre el poema: ESTE POEMA ESTA DEDICADO A TODOS LOS JARDINEROS,QUE GRACIAS A ELLOS,LUCEN TAN BELLOS JARDINES. En Francia, el batallón volvió a tener suerte. un abrazo, Me encantó el diálogo entre la flor y el jardinero, me gustó tu poema Desde entonces he venido a verle ocho veces. Usted… usted sabe lo de esas tumbas mías que le estaba hablando abajo, ¿no? La boca la tenía algo mejor trazada que el tipo familiar. jajaja muchas gracias mi amiga yolanda,al final los jardineros no somos tan malos. Muy lejos de ella había una línea blanca. -Bueno, pero cuando la verdad es algo feo no me parece bien. sacar de las plantas sus mas bellas flores. Gracias a sus atenciones, ahora me siento mejor. no hay quien se resista a tal belleza Te lo aseguro. -Pero ¿no te parece una crueldad? Qué suerte encontrar asientos junto a las ventanillas, ¿verdad? Junto a una línea de losas había arrodillado un hombre, evidentemente un jardinero, porque estaba afirmando un esqueje en la tierra blanda. abrazos, estupenda fábula con una gran enseñanza amigo, muy buena tu incursión en ese estilo, sigue adelante me ha gustado mucho, bravo por el jardinero!! A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente de su tallo separó. -Claro que sí. Para empezar, Guillermo el Conquistador y… bueno, montones más, y a todos les fue estupendo. A ti no te importa que yo sea… eso, ¿verdad? Thanlle Helen la soportó hasta casi las nueve y media, antes de huir a su habitación. Emma dice que nunca se sabe -Michael había estado hablando con la anciana y fea criada de Helen-. buen fin de semana de pachanga. He leído muchas cosas de gente como yo en la historia de Inglaterra y en las cosas de Shakespeare. Al decir lo cual cayó sobre el pecho de Helen, pero rápidamente salió la mujer del oficial de un cuartito que había detrás de la oficina y entre los tres, llevaron a la mujer a la cama turca. Recibe gratis un cuento clásico semanal. Hay muchos niños que se mueren de pequeños, y eso es lo que voy a hacer yo. ¡No me importa! El jardinero Rabindranath Tagore 1 El servidor: —¡Oh, Reina, ten piedad de tu servidor! Y nunca lo volvió a mencionar por su propia voluntad, pero dos años después, cuando contrajo las anginas durante las vacaciones, y le subió la temperatura hasta los 40 grados, no habló de otra cosa hasta que la voz de Helen logró traspasar el delirio, con la seguridad de que nada en el mundo podía hacer que cambiaran las cosas entre ellos. -¡Vamos, guapo, no digas esas cosas! No tenía el número de su chapa de identidad ni sabía cuál de sus dos nombres de pila podía haber utilizado como alias, pero a ella le habían dado en la Agencia Cook un billete de turista que caducaba al final de Semana Santa y, si no encontraba a su hijo antes, podía volverse loca. -Gracias a Dios yo me moriré mucho antes que tú, cariño. -Porque lo mejor es decir siempre la verdad -respondió Helen, que lo tenía abrazado mientras él pataleaba en la cuna. Lo destacaron cerca del Saliente, donde llevó una vida meritoria y sin complicaciones, mientras se preparaba la batalla del Somme, y disfrutó de la paz de los sectores de Armentieres y de Laventie cuando empezó aquella batalla. un abrazo, Prefiero mil veces al jardinero que a la flor. -Porque estoy tan harta de mentir. Bueno, no quiero preocuparla más. -Venga conmigo -dijo-, y le enseñaré dónde está su hijo. ¡Y cuando me haya muerto te haré todavía más daño! Helen no supo qué decir y la otra mujer se marchó, pero Helen tardó mucho tiempo en dormirse. un cordial saludo. Usted… usted no está casada, ¿verdad? ¡Ah! Por suerte parecía que la gente de esa clase estaba dispuesta a hacer casi cualquier cosa por dinero, y como George siempre había recurrido a ella cuando tenía problemas, Helen se sentía justificada -y sus amigos estaban de acuerdo con ella- al cortar todos los lazos con la familia del suboficial y dar al niño todas las ventajas posibles. Reconocía que George siempre había sido una oveja negra, pero las cosas hubieran podido ir mucho peor si la madre hubiera insistido en su derecho a quedarse con el niño. Otras personas le aconsejaron que se pusiera en contacto con secretarios infalibles de organizaciones que podían comunicarse con neutrales benévolos y podían extraer información incluso de los comandantes más reservados de los hunos. Siempre he sido una mentirosa, hasta de pequeña. Todos esos detalles eran del dominio público, pues Helen era de carácter muy abierto y mantenía que lo único que se lograba con silenciar un escándalo era darle mayores proporciones. ¿Tú  crees que yo vendría, si no fuera por el jornal? Cancelar la respuesta. Por lo menos algunas -paseó la vista por la habitación-. En lugar de entradas había pasos por encima de una zanja honda que circundaba el muro limítrofe sin acabar. Pero lo quería mucho. -Un sobrino -dijo Helen-. Información del poema. Helen subió unos escalones hechos de tierra batida con superficie de madera y se encontró de golpe frente a miles de tumbas. No importo yo. Pero nuestro coronel, que es del ejército regular, dice que va a ir para largo. amigo arnaiz. Una bella fábula con una gran moraleja de fondo... Todo un placer querido poeta, tus poemas me parecen geniales. Para mí era todo lo que no tenía que haber sido… lo único verdadero… lo único importante que me había pasado en la vida, y tenía que hacer como que no era nada. amigo me encanto lo que escribiste,yo como florecita sé como se ponen los jardineros cuando andan de mal humor,no obstante creo que si me cuidan con cariño,te mando unfuerte abrazo musical,que ya es viernes de pachanga. Pagó el viaje del niño y una niñera desde Bombay, los fue a buscar a Marsella, cuidó al niño cuando tuvo un ataque de disentería infantil por culpa de un descuido de la niñera, a la cual tuvo que despedir y, por último, delgada y cansada, pero triunfante, se llevó al niño a fines de otoño, plenamente restablecido a su casa de Hampshire. No tendría que representar nada para mí. Helen se adelantó, le tomó las manos, inclinó la cabeza ante ellas y murmuró: La señora Scarsworth dio un paso atrás, pálida. -dijo Helen (Emma, la criada, había muerto hacía años)-. A veces me pregunto si sienten algo después de la muerte. -preguntó Helen en voz baja. En el poema 6 de El Jardinero se narra la historia de dos aves que desean estar juntas, cada una en su espacio, sin animarse a cambiar, a dejar atrás aquello que las limita sin entenderlo, a avanzar, y que, a … muchas gracias amiga,un placer su visita,me alegra que le guste Sí, juro que son encargos. Un gran abrazo sonriente. -Yo también voy a Hagenzeele -explicó-. -Ojalá tenga razón. No sabía que en Hagenzeele-Tres ya había 21,000 muertos. ¿Por qué? ¿Tiene ya habitación en el hotel de aquí? -Bueno, pues ya no volvemos a hablar del asunto si te hace llorar. Cuando Helen se marchó del cementerio se volvió a echar una última mirada.
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