El misterio de Dios. 31). En general, esa aprobación tácita debe entenderse para todos los puntos concernientes al acuerdo entre quienes discuten, salvo que el autor, o Dios., o Eliú, muestren desaprobación. Elifaz aparentemente contradice su posición original, Bildad presenta únicamente el prefacio de un discurso (25:1–6) y Zofar no hace ningún discurso. Los investigadores no están de acuerdo como para construir la línea. Job no es un producto que haya florecido en un único perí­odo creativo de la mente y de la fe de un único escritor, aun cuando existe un poeta primario y decisivo a quien hay que atribuir la sustancia poética y religiosa de la obra final que hoy poseemos. En esta poderosa descripción de las obras de Dios, Elifaz se entusiasma un poco con su propia retórica. Los comentadores Católicos, de todos modos, casi sin excepción, sostienen que Job ha existido realmente y que su personalidad ha sido preservada por la tradición popular. Job enfoca los aspectos más negativos del poder de Dios —arranca las montañas de su lugar, sacude la tierra, pone un sello a las estrellas (5–7)— no a fin de presentarlo como un Dios de caos sino para enfatizar su libertad de actuar, sea para bien o para mal. Entre estas alocuciones aparece una queja (7–20) y una expresión de deseo, conocimiento y anhelo (23–27). Casi todos los otros inves-tigadores afirman lo opuesto, que la Setenta fue producida acortando el original que tenía mínimas variaciones con el Texto Masorético. 26 sólo el fragmento inicial de un discurso de Job, una mofa contra Bildad que expresa que no ha sido de ayuda. Elifaz, como todos los amigos de Job, tiene la intención de ofrecerle su apoyo en su sufrimiento, y ninguno trae un mensaje más reconfortante que este amigo. Si Job trajera a Dios ante el tribunal, metafóricamente hablando, teme que no podrí­a hacer frente a las contrapreguntas de Dios y a sus argumentos. El autor quizá quiera que nos haga cierta gracia la declaración de Elifaz de haber recibido una revelación divina de lo que la mayorí­a de las personas normales, sin haber recibido educación teológica, ya dan por sentado: ¿Será el mortal más justo que Dios? Job sabe lo que han estado pensando sus amigos (27) mientras que describí­an el destino de los malos: Los malos sufren —Job está sufriendo— por lo tanto a Job hay que incluirlo entre los malos. Miles de hombres y mujeres, lectores de la Biblia, guiados por Job, representados en su mismo dolor y en sus preguntas, han querido entender su vida con las razones y protestas de ese libro fascinante, una de las cumbres de la literatura y pensamiento universal. Lo mismo sucede con el sufrimiento: A veces puede tener un propósito reconocible, pero otras veces puede ser tan enigmático y perjudicial a los humanos como pueden serlo los animales salvajes. También es de De Lamartine esta frase: “Job tiene la lengua del poeta más grande que haya articulado jamás palabra humana”. Comentario teológico y literario, Cristiandad, Madrid 1983; HONORA A., II contestatore di Dio, Marietti, Turí­n 1978; DHORME P., Le livre de Job, Gabalda, Parí­s 1924; FEDRIZZI P., II libro di Giobbe, Marietti, Turí­n 1972; FOHRER G., Studien zum Buche Hiob (1956-1979), Berlí­n-Nueva York 19832; ID, Das Buch Hiob, G. Mohn, Gütersloh 1963; GORDIS R., The Book of God and Man, The University of Chicago Press, Chicago-Londres 1965; GUALANDI D., Giobbe. 36:1—37:24 Cuarto discurso de Elihú: En alabanza del poder y la sabidurí­a de Dios. De esta manera, Elihú cree que puede mantener tanto la justicia de Dios como la inocencia de Job (cf.cf. Por ejemplo ovejas, asnos y camellos), sino sobre los que son más bien inútiles, misterio sos u hostiles. 23:18, 22); tampoco tiene la sabidurí­a que tienen sus amigos porque son mayores que él (10). Literalmente de lo que Job está experimentando; los vv. Job puede elegir si esta descripción del destino de los impí­os se aplicará o no a él. Resulta obvio que una buena parte del destino del impí­o le ha sucedido ya a Job. es un firme defensor de la doctrina de retribución. El poeta bí­blico está firmemente convencido de que el mal, precisamente porque es misterio, no puede ser “racionalizado”, domesticado a través de un fácil teorema teológico. Es ésta la dimensión evidente que no tiene necesidad de ser ilustrada. La esposa de Job ha de haberse sentido ví­ctima de la injusticia de su marido, porque el resultado de toda la piedad de él ha sido exclusivamente para quitarle a sus diez hijos, su posición social y sus medios de vida. En la Bi-blia Siríaca Job es ubicado directamente después del Pentateuco y antes de Josué (cf. La centralidad del “verdadero Dios desconocido para el hombre viejo” (D. Barthélemy) puede justificarse en Job a nivel literario y temático. Los que se habí­an sentido superiores a Job son los que ahora necesitan ser perdonados; y Job no sólo es reivindicado delante de ellos sino que se convierte en su defensor. 35:1-16 Tercer discurso de Elihú: †œJob no debió quejarse sino clamar a Dios.†. 32:6–22 El derecho que tiene Elihú para hablar. Los tres amigos están absolutamente convencidos que el problema es siempre el resultado de las malas acciones. Los tres discursos de los amigos en el segundo ciclo se concentraron en el tema del destino del impí­o, y Zofar, en su último discurso, aun alega que los malos disfrutan por muy poco tiempo los frutos de sus pecados. El esplendor de la lengua; 5. pero de una manera distinta. Lo mismo se aplica a Job, dice Elihú. 4:2–6 †œEres un hombre piadoso.† La auténtica preocupación de Elifaz por Job se nota en sus primeras palabras; es respetuoso, casi pidiendo disculpas (2a). nada mas «ACTUAR CON BONDAD Y CON JUSTICIA». Ignora completamente a los amigos, y no se dirige a Dios. Se desconoce exactamente quién y de dónde era. El ansia de †œracionalidad† de los amigos al final no destruye solamente la trágica realidad del mal, sino incluso el misterio mismo de Dios. En años recientes han aparecido textos en escritura* alfabética semí­tica del mismo perí­odo de Moisés en la región por donde éste anduvo, destruyendo la posición crí­tica de que la escritura no era conocida en sus tiempos. Cf. 16–30 Elihú sigue argumentando que el gobernador del universo no puede ser injusto. Por otro lado, el dolor es para todas las teologí­as maduras la piedra de toque de la confianza en Dios y en la vida. Sumario: 1. Su propósito, vuelve a repetir, no es acusar a Job de ser un pecador sino de justificarlo (32b) por medio de explicar su sufrimiento como una disciplina de Dios. Otra vez responden por turno los amigos reprendiéndolo por sostener una integridad que, a causa de su concepto errado del sufrimiento como castigo por pecados especí­ficos, es crasa impiedad. La respuesta que Jung dirige a Jb (La respuesta a Jb, 1952) intenta dar la vuelta paradójicamente al sentido del libro bí­blico: es Dios, el inmoral, el que ha de ser educado por el †œmoral†, el hombre Jb. Excepto la tradición acerca de la ubicación del lugar de residencia de Job (véase inf. La Biblia dice que era †œvarón más grande que todos los orientales† (Job 1:3). Con esta escena volvemos al tono pastoril idí­lico con que comenzó el li bro. La narración llega rápidamente a su clí­max, al disolverse la cuarta escena en la quinta. Las descripciones del Behemot y del Leviatán contienen mucha exageración poética, pero pareciera que su intención es presentar criaturas reales. Esto parece capacitarlo para pretender que es completo en conocimiento, o sea, absolutamente correcto, ¡no omnisciente! 18, 2), vivió en el Norte de Arabia cerca de Babilonia. Tampoco Job ha escuchado el secreto de Dios (8) como los profetas que conocen los planes secretos de Dios (Jer. Aunque no espera una respuesta en vida, la verdad de su inocencia ha sido asentada en el registro del tribunal celestial. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981). Usa el mismo lenguaje y el mismo método de presentación tanto en lo general como en los detalles. Sus amigos afirman que debió haber cometido algún pecado horrendo para merecer un castigo semejante, y lo llaman a arrepentirse. 15:2–16 La necedad de Job y su discurso pecaminoso. El discurso concluye con una nota comparativamente alegre (20–23), y su mensaje a Job es: †œSi eres inocente no morirás.† Elifaz se cree muy audaz por tener esta percepción profética. Su alimento principal es la hierba (15); su hábitat es el cañaveral y el pantano junto al rí­o (21). La centralidad del †œverdadero Dios desconocido para el hombre viejo† (D. Barthélemy) puede justificarse en Jb a nivel literario y temático. El punto crucial en la experiencia de Job fue su oración por sus amigos, y Jehová le “aumentó al doble todas las cosas que” habí­a tenido antes (v 10). El destino del hombre impí­o se retrata aquí­ en lo que sucede con su familia, su riqueza y su propia persona. 1–11 El Leviatán no es de ningún uso práctico para los seres humanos. 33:1–33 †œPor qué Dios da sufrimiento.† 1–7 La pesada introducción que hace Elihú de sí­ mismo continúa. No sorprende que Job concluya este discurso repitiendo su deseo de no haber nacido (10:18, 19; cf.cf. Tan grandiosa es la terrible majestad (22) de Dios que en efecto, es inalcanzable. La nota final (40:2) nos recuerda que el diálogo entre Dios y Job adopta la forma de un caso judicial (cf.cf. 6–13 Las tormentas invernales, que interrumpen el trabajo de la gente y mantienen a los animales salvajes en sus guaridas (7, 8), no sólo revelan el poder de Dios para controlar (12) esas potencias que doman tanto a humanos como a bestias sino que muestran también su sabidurí­a al usar las fuerzas de la naturaleza con diversos propósitos, ya sea para corregir o bendecir (13). ), compare 30:2–8). El discurso de Bildad comienza sin la introducción usual e incluye sólo cinco versí­culos. : L, Alonso Schokel – J. L, Sicre, Job. Así­ como aparece ahora el discurso de Bildad, se asemeja bastante a algunos de los pensamientos de Elifaz, especialmente la idea de que comparado con Dios no hay nada en el mundo que sea absolutamente limpio (4–6; cf.cf. Y como premisa a este “imposible” perfil sintético del libro, nos gustarí­a citar tan sólo el testimonio de un gran lector de Job, S. Kierkegaard, que en el Evangelio de los sufrimientos y, sobre todo, en la Reanudación se alimentó sin cesar espiritualmente de esta obra bí­blica maestra. Los pí­os, por otro lado, cuyos oí­dos se han abierto a lo que Dios les está enseñando por medio de su adversidad, son librados (15, 16). 1507 la réplica de Job a Sofar, xii, 11 – 12; xiii, 1 – 2). Eso es lo que Job espera. Una página nueva, original, de distinto estilo, pero también de difí­cil colocación en la estructura general de la obra, que quizá conoció un sexto estrato, el de la †œcensura†: la situación caótica en que se encuentra el texto en el tercer ciclo del debate entre Jb y los amigos (cc. Confer (lat. “Un dí­a, cuando los hijos de Dios vení­an a presentarse ante Yahvé, se presentó también con ellos el Satán… Y dios le preguntó: “¿De dónde vienes? Por otra parte es anterior a Ezequiel (Ezeq., xiv, 1 – 20). Job pronuncia 3 discursos y, por turno, le responden Elifaz, Bildad y Zofar; en ellos cuenta su aflicción y expresa su incapacidad de comprender por qué Dios permitió que todo eso le aconteciera. Cualquiera que desee considerar los discursos de Eliú como una adición ulterior debe sostener, de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, que ellas son inspiradas. Esto sugiere que ya no se trata del discurso de Job sino quizá de Zofar. El fuerte sabor árabe que satura la narración de Job, unida a las alusiones a la vida y costumbres egipcias que resaltan en el libro, señalan a un autor que estuvo personalmente al corriente de ambas culturas. En el argumento de la primera serie de discursos, Job en su depresión mira al mundo futuro sólo como el fin de la existencia presente. El Satanás es ciertamente el adversario de Job, pero en esta escena no es un enemigo de Dios; porque todo lo que hace es aprobado por Dios, y no puede actuar sin su autorización. Y en este punto Job se entrega al designio de Dios: “Por mucho que corra por mares extranjeros, siempre vendré a naufragar en el tuyo, Señor” (M. Pomilio). La poesí­a comienza con un himno de alabanza al ingenio de la humanidad (1–11) y sólo entonces sigue diciendo que aun así­, la verdadera sabidurí­a está fuera de su alcance y es conocida únicamente por Dios (12–27). La Biblia: ¿Qué es, quién lo escribió y por qué sigue siendo importante hoy? Ver arriba, II (2). Es peligroso asociarse con una persona tan malvada. 1. 10, 11, y son ellos los que afirman que en los ancianitos hay sabidurí­a (12). Es fundamental la oscilación entre la búsqueda espasmódica de Dios de los capí­tulos 3-27 y la exaltante experiencia de Dios de los capí­tulos 38-39/40-42. Los viejos manuscritos Griegos y Latinos, de todos modos, le asignan las más variadas posiciones; ver, por ejemplo, las listas de Melito de Sardis, y la de Orígenes como las muestra Eusebio, “Hist. Un fuerte sentido de Dios impregna todo el libro: “En sus manos está el alma de todo ser viviente y el espí­ritu de toda carne de hombre… Si él destruye, nadie puede reconstruir; si encierra a alguno, nadie le abrirá. 27:2–12 †œNunca abandonaré mi integridad.† Dios le ha negado la justicia a Job (2), y aunque sus amigos sigan juzgando que está equivocado (5), Job tiene la intención de mantener que él es recto (6). 1, 2 Job piensa hacer de esto una controversia legal con Dios. 0 bien, en el segundo discurso de Dios, la monstruosa representación del Leviatán (cocodrilo), que con su salto poderoso entre los remolinos del mar transforma el océano en una caldera en ebullición o un pebetero que lanza hacia arriba chispas de fuego y borbotones de agua, o que con los chasquidos de su cola alborota el abismo y convierte el mar en la melena blanca alborotada de un anciano† (41, 22ss). Cuan do simplemente ya no puede aceptar lo que le está pasando, y surge la amargura y la ira al so- breco gerlo un sentido de encontrarse aislado de Dios, y hasta siente que Dios lo persigue, Job hace lo que tiene que hacer. ), compare 27:2). Comparación entre Adán y Cristo - Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. Nunca antes creyó que serí­a reivindicado al final; pero ahora dice yo sé (15), aunque la reivindicación llegue después de su muerte. Si retiene las aguas, viene la sequí­a; si las suelta, arrasan la tierra† (12,10.14-1 5). Así­ pues, el camino de Job es el de un creyente que a través de la oscuridad quiere llegar hasta la luz y el diálogo con su Señor. Las dos estrofas formando un par son paralelas en contenido y cada una tiene el mismo número de líneas. En la Escritura se le presente como el modelo de paciencia y de fidelidad a Dios, en medio de las desgracias y pruebas divinas, valor especialmente significativo en la sabidurí­a oriental. Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano. 34–38 Job no puede influenciar la aparición de los relámpagos y la lluvia cuando Dios inclina las tinajas de los cielos (37). 39:1-4 Las cabras monteses y las gacelas existen sin interferencia humana. Un conocimiento paciente y lento, dada la complejidad de los problemas que plantea, la riqueza de sus palabras, la maravilla inalcanzable de su poesí­a. Al final Dios reprendió severamente la filosofí­a errada de sus amigos: que las calamidades eran una retribución divina por sus errores (42:7). Las imágenes que expresan la salud de Job antes y después del juicio están rodeadas de imaginación. 6:14–30 †œHabéis sido amigos en quienes no he podido confiar.† Job acaba de quejarse de que no le quedan fuerzas (13), pero ahora procede a un ataque amargo y sarcástico contra sus amigos. Imagina a los amigos respondiendo: †œBueno, si los impí­os mismos no sufren, sufrirán sus hijos.† Pero Job responde: †œSi hubiera un principio de retribución, ¡caerí­a sobre quienes lo merecen!† No quiere decir tanto que se siente †œtriturado† por los amigos (2), sino que empieza a reconocerlos como sus enemigos, que están tratando de aplastarlo con sus argumentos. 18–25 colocándolos en el cap. Ha descubierto la violencia que está en el fondo de un tipo de “misterio de Dios” y quiere superar esa violencia, ese falso misterio. Pero no tengo la valentí­a de iniciar tal disputa con Dios a menos que me prometa no aterrorizarme con su fuerza superior† (34, 35). ¿Ante su hacedor es puro algún mortal?” (4,17). Nuevamente, Elihú no da en el blanco ¡porque Job ha estado hablando con frecuencia directamente a Dios! Habrí­a que citar í­ntegramente el cuadro en 16 escenas del primer discurso de Dios: desde el mar, descrito como un niño violento envuelto en las fajas de las nubes o como un criminal aprisionado en una cárcel de máxima seguridad, hasta la aurora, que, al amanecer, sacude fuera de la alfombra del mundo los parásitos de los pecadores; desde el avestruz ridí­culo y veloz como una saeta hasta el asno silvestre, libre en la estepa; hasta el caballo fiero, con su cuello adornado de tremolante crin, terrible en su relincho, que piafa en el valle, se alboroza y con brí­o va al encuentro de las armas enemigas: “se rí­e del miedo, nada lo amedrenta ni ante la espada retrocede; con impaciente estrépito va sorbiendo la tierra, y no se contiene al toque del clarí­n. Job no la reprocha por sugerir que blasfeme, sino por hablar como una mujer insensata. La segunda serie contiene los discursos de Eliú y Yahveh, también en número de siete. La puntuación (signos vocales y acentos), es cierto, requiere frecuentes correcciones, ya que los que hicieron las puntuaciones no siempre entendían acabadamente los textos frecuentemente difíciles; a veces, también las palabras no están divididas en forma apropiada. Los malos viven hasta la vejez (7), ven que sus descendientes se establecen (8), sus animales no sufren accidente alguno (10) y hasta blasfeman a Dios (14, 15) y subsisten. El paralelismo más estudiado entre†™ este escrito sumerio y Jb se refiere a la cuestión del †œdios personal, abogado del hombre que sufrí­ante la asamblea de los grandes dioses,. Jb, aunque no con mucha libertad, se almea en esta corriente †œpesimista†™ y crí­tica, pero desemboca en un resultado sorprendentemente positivo (aludimos, naturalmente, no tanto al epí­logo, sino a los discursos de Dios). Invita a Job a contestarle (5). Un hombre paradigmático. Pero todos coinciden en un punto teológico fundamental, reiterado hasta la esclerosis ideológica: el de la retribución. 22:1-30 Tercer discurso de Elifaz: La gran maldad de Job. Pero todos coinciden en un punto teológico fundamental, reiterado hasta la esclerosis ideológica: el de la retribución. En un largo discurso él soluciona el problema del sufrimiento, que Job y sus amigos han fallado en explicar. Posteriormente, Satán hirió a J. con úlceras malignas, que invadieron toda su humanidad. Seguramente Dios no habrá tenido ninguna ganancia del maltrato a Job. 8 Elifaz dice por lo menos una cosa sensible: Yo †¦ apelarí­a a Dios. Esta es una experiencia de todos los tiempos, ya que la virtud no es reconocida y premiada en esta vida. Fuente Hontheim, Joseph. Se vuelve a Job (15) y le dice que está listo para hablar (16, 17) porque está lleno de palabras (18) y su mente está lista para explotar con la multitud de sus pensamientos (19) y necesita alivio de su frustración (20). La segunda área se despliega en el diálogo poético entre Jb y los amigos (cc. (cf. Es famosa la estrofa: †œLa muerte está hoy ante mí­ como la curación para un enfermo, como la liberación después de una prisión. 25–27 Estos versí­culos clave debieran quizá traducirse: †œPero sé que mi campeón vive y que se levantará al final para hablar por mí­ sobre la tierra, aun después que mi piel me haya sido quitada. El enfoque aquí­ no es sobre animales bien conocidos y útiles a los seres humanos (p. ej.p. Sea cual fuere la in fluencia de las estrellas, Job no tiene ninguna influencia sobre ellas, ni siquiera comprende ninguna de las leyes de la naturaleza que determinan sus movimientos (33). 32-33; 34; 35; 36-37), cuya originalidad consiste sobre todo en la proposición de la teorí­a “pedagógica” del sufrimiento. Yahvéh habla y revela su trascendencia sus misterios y designios y J. queda en silencio. Y en otro lugar: “Lo sé tan bien como vosotros; en nada me aventajáis. Su asesinato a mano de Dios, cuando suceda, será la última evidencia de que ha sido ví­ctima de una injusticia. Job ha expresado anteriormente estas dos plegarias. Este relato popular antiguo se difundió en el ambiente semita, tal como se deduce de los testimonios literarios extrabí­blicos. Ser oí­do una vez siquiera será mejor consolación para Job que un montón de discursos (2). El acento nace de lo más profundo de los siglos, y es el primero y último quejido del alma, de todas las almas”. Los críticos han hecho grandes esfuerzos para alterar la interpretación del capítulo xix, y para sacar de él la resurrección del cuerpo; el significado natural de las palabras, el argumento del libro, y la opinión de todos los comentadores previos le quitan aval a estos intentos (cf. Una antigua tradición judí­a, no unánime, atribuye el libro a Moisés, aunque los eruditos modernos han sugerido a Eliú, a Salomón y a Esdras como posibles autores. Su esposa aceptó la opinión común, y lo instó a acelerar el fin inevitable maldiciendo a Dios. Los tres amigos son conminados a obtener la intercesión de Job, de otro modo ellos serán severamente castigados por sus críticas no caritativas contra el pío sufriente. ¿como explicar la Justicia de Job, siendo descendiente de quien rechazo la primogenitura, y quien Yhve desprecio en favor de Jacob? Que Dios haya roto el silencio y hablado con Job es mejor que cualquier reivindicación. Respecto a esta posición, que pusieron de realce los Studien zu Hiob, de H. Richter (Berlí­n 1959), presentó una alternativa C. Westermann en Der Aufbau des Buches Hiob: Job es una grandiosa lamentación dramatizada. (3) Muchos consideran al cap xxviii como dudoso, ya que no tiene conexión con lo que está antes o con lo siguiente y no está relacionado en modo alguno con el sujeto o el asunto del libro. El polvo puede responder únicamente después de que Job haya muerto, es claro; pero aun ahora, mientras todaví­a vive, cuenta con un testigo, un defensor y un intercesor en el cielo (19, 20). No importa cuán terrible la persecución de Dios pueda ser, Job se sostiene más firmemente de Él (vi, 8 – 10) y se manifiesta más próximo a Él (xvii, 9). Job recostado en un estercolero, paciente y orante, es el módulo dominante de casi todo el arte cristiano. Mohn, Gütersloh 1963; Gordis R., The Book of God and Man, The Uniyersity of Chicago Press, Chicago- “LA LENGUA DEL POETA MíS GRANDE”. El no abandona nunca este hilo, incluso en el silencio más total de Dios, incluso en el abismo del absurdo; por eso al final “sus ojos lo ven”; y por eso al final Dios, ignorando las blasfemias y las protestas, prefiere la fe desnuda de Job a la vistosa religiosidad de sus abogados defensores, los teólogos: “Mi ira se ha encendido contra vosotros, porque no habéis hablado de mí­ como mi siervo Job” (42,7). Dios es el que pudo crear el universo colgando la tierra de la nada (7). Le parece a Elihú que se están dejando vencer por los argumentos de Job y están empezando a creer que sólo Dios le puede refutar (13). To do esto es obra de Dios (19), sin embargo, todos sus reclamos a él caen en oí­dos sordos (20); porque Dios también, como los hombres, se ha vuelto cruel contra él (21) y sin duda lo llevará a la muerte (23). Es un misterio, pero son teorías válidas. El resultado de todos los ataques de Dios contra él es que mis huesos se pegan a mi piel y mi carne (20). Es, sin embargo, un adorador del Dios verdadero, aunque lo llama Elohim (Dios), no Jehovah, el nombre personal de Dios. Después de toda una vida piadosa, Job se ha visto destruido, y ha aprendido un lenguaje nuevo y más amargo para expresar la discordia en su universo. La solución completa de esto, al menos como era posible y estaba incluida en el plan de este libro, no aparece hasta los discursos de Eliú y de Yahveh.
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